Suárez, que lucía un Valentino brocado con el rojo identificativo de la casa italiana, atendió a la prensa muy brevemente, ya que tenía que coger un avión con destino a Valencia, donde tenía programada una grabación a primera hora de la mañana. Un gesto que se entendió como una descortesía a la prensa convocada, que quería hablar algo más de dos minutos con la estrella del cartel. Cuando llegó el turno de Miguel Ángel Silvestre pasó más de lo mismo.
Las chicas de prensa de La portería de Jorge Juan, que le acompañaban y que representan entre otros a Mar Flores, le cronometraban las entrevistas. E incluso escrutaban a priori las preguntas. Un modus operandi que contribuyó a calentar el ya de por si incandescente estado de ánimo de buena parte de los medios de comunicación.
No querían que contestase a nada relacionado con su relación sentimental con Blanca. Algo incomprensible ya que para la promoción del filme han sido muchas las producciones de ambos juntos en actitud más que cariñosa las que han salido publicadas estas últimas semanas en distintas cabeceras de tirada nacional. La prensa en general está muy molesta con Silvestre, del que dicen tiene ínfulas de Marlon Brando.
Suelen ser frecuentes malas formas en el trato con los periodistas, especializados en corazón, el mayor porcentaje de los que acude a estrenos y demás actos con photocall mediante. Esta es una práctica habitual. Recientemente, Irina Shayk y Leire, de La oreja de Van Gogh, no aceptaron que se les preguntara por sus parejas: el futbolista Cristiano Ronaldo y el actor Antonio Velázquez.
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