jueves, 26 de abril de 2012

'Nefertiti' Suárez

¡Qué suerte tiene Blanca Suárez! Dentro de 10 años, cuando se vea en las fotos del reciente festival de Málaga, no tendrá que esconderse debajo de una mesa como casi el resto de intérpretes que han pisado la alfombra roja esponsorizada. Quizás piense: "Guau, ¡cómo pude llevar ese vestido y esas sandalias!" (porque habrán cambiado las modas), o "¿Por qué dejé que me pintaran la raya del ojo así? ¡Si llevo las puntas desteñidas en plan surfera!" (el pelo y el maquillaje también serán diferentes). Sin embargo, la jovenzuela no se morirá de vergüenza en ningún caso. Seguirá viéndose guapérrima, porque la actriz, a sus veintipocos años, rezuma una belleza atemporal, universal, milenaria y enigmática de la que pocas pueden presumir. Como Nefertiti.



Blanca, a pesar de su edad, tiene el arte propio de una cuarentañera estilosa a la hora de sacarse partido a través de la ropa (o ha sabido elegir una buena estilista, que para mí es el mismo mérito). Ella es de esas escasísimas mujeres que se adapta a las tendencias del momento de la mejor manera posible y le sale natural. Como Audrey, como Grace, como Jackie. Como Jane Birkin. Hasta me atrevería decir que como Pepa Flores y Marilyn Monroe.

Pues eso... Como Nefertiti, Blanca Suárez es de una raza aparte. Y no estoy descubriéndoos la pólvora porque os recuerdo que prácticamente todas alguna vez hemos echado mano de un álbum noventero y no nos hemos reconocido. Hemos jurado en hebreo y nos hemos preguntado quién nos engañó para elegir tal o cual prenda desfavorecedora o cómo nos atrevimos a salir a la calle de esa guisa. Blanca, si jura, lo hace en egipcio. Que tiene más encanto. Aplaudamos pues este vestidazo de Balmain. Puro jeroglífico en colores y formas. Y también el otro vestidazo negro. Blanca tiene unas curvas estupendas cero estudiadas y se nota que está orgullosa de ellas.






En cualquier caso, ahora que lo pienso, debe de ser un rollo acertar siempre, porque yo me he divertido mucho haciendo pruebas. Metiendo la pata. Creyéndome que iba mega mona con unosshorts vaqueros y deportivas cuando en plena pubertad mis muslos y tobillos eran, por decirlo sin herir sensibilidades, turgentes. O pensando que parecía sexy y aparentaría más años en una boda si me ponía un escote halter, pero claro, luego me ponía un suti de los que te hacen plana y el resultado era de horror. De horror vacui, para ser exactos, ya que al conjunto añadías pendientón, pulserón, etc. Ay... Cuánta razón tenía mi madre. Cuántas peleas me hubiera ahorrado con ella si le hubiera hecho caso desde el principio. Bueno, tampoco tanto, que por ella yo no me hubiera quitado el bordado de nidito de abeja hasta los 25. Eso sí, ahora le robo ropa. Me lo dicen hace diez años y no doy crédito.




En realidad respiro con cierta tranquilidad porque no creo que lo mío haya sido tan grave. Quería ir de moderna, sin más. Patología que aún padezco a veces. Pero menos mal que mi madre, como era quien me pagaba la ropa, ejercía cierto control sobre mí. Porque hay casos en el cine mucho más críticos. Léase, Penélope Cruz cuando se tiñó de rubia platino, Paz Vega y su traje hecho jirones... Mi reino por ver imágenes de archivo de los Goya.

Blanca seguro que tiene una madre elegantona que la vigila de cerca. Gente cuerda a su alrededor que ha sabido afilarle el gusto. Esta niña es una estrella desde sus inicios, ya me fijé en ella cuando iba de uniforme en El internado. Es un diamante que no va a hacer falta pulir, como Elena Anaya, como Leonor Watling. Qué ojo tuvo Almodóvar con ellas. 

No quiero ser tan taxativa hoy, porque en realidad tampoco creo que sea bueno educar a alguien a la hora de vestir, porque muchas veces l resta autenticidad y al fin y al cabo esa es la clave de un buen estilo (uy, me estoy poniendo egoblogger, sorry). Vale, puede salirte bien la jugada, como con Maribel Verdú, o fatal como... ¡Hay tantos ejemplos! Y no quiero hacer sangre hoy... Si es que no hace falta que os los diga. Vaya Cruz que tengo...
A Blanca le seguiremos la pista, entonces. Como a la esposa del faraón Ajenatón, cuya hermosura incuestionable permance encerrada en una vitrina del Museo Neues de Berlín. La vi en persona el año pasado y es cierta la leyenda. Le falta el cristal de un ojito pero sigue siendo lo más. Lo MÁS, que es acrónimo, por cierto, de Miguel Ángel Silvestre.
Él es un bombón, también es obvio, pero no le veo carne de faraón. Soy más de Daniel Craig que de El duque. 

Me gustan sus gafitas de sol redondas y su traje de príncipe de gales blanco y negro, pero su indumentaria boho chic, expresión que utilizan en las revistas de moda pero que no tengo ni idea de lo que significa, forma parte del vestuario de The Pelayos, creo. Blanca, espero que no os quedéis sólo en este romance. Podíais hacer como Penélope y Bardem. Darnos qué hablar durante años, coleccionar hombres 'Transición' como indica tu apellido, para luego, reencontraros y protagonizar un bombazo pink. Más es MÁS, como dicen Alaska y Mario, también fans de Balmain, por cierto...


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